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Nadie pone en duda la repercusión que la alimentación y los alimentos de la dieta tienen sobre la salud. De hecho, la OMS determina que una dieta adecuada tiene efectos directos en el estado de salud. Por ejemplo, disminuye el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, la diabetes y la obesidad.
Ante esta situación, han ido apareciendo en el mercado alimentos que pretendían dar respuesta a esta realidad. Es el caso de los alimentos light.
Qué son los alimentos light
Los alimentos light surgieron hace unas décadas al calor de las tasas de sobrepeso y obesidad que no dejaban de crecer. Alentados, además, por el reconocimiento general del enemigo público alimentario número uno: las grasas. Y parecía que todo tenía sentido. Reducir las calorías de los alimentos en base a la disminución del nutriente más calórico. Todo cuadraba. Unos cuantos años después podemos decir que ninguna de esas presunciones se han confirmado. De hecho, parece que ha sucedido todo lo contrario. Las tasas de sobrepeso y obesidad han seguido creciendo en paralelo al número de alimentos reducidos en calorías que aparecen en las estanterías del supermercado.
Definición legal de alimento light
El Reglamento Europeo 1924/2006, ordenó las apelaciones de los alimentos reducidos en calorías, light o ligeros. Para que un alimento pueda denominarse light, su contenido calórico o en algún nutriente que aporte esas calorías debe ser, como mínimo, un 30 % menor que el alimento originario.
Industria alimentaria y alimentos light
La creación de los alimentos “light” por parte de la industria tenía principalmente un objetivo comercial. Las cuestiones estéticas y de salud empezaban a ser argumentos y reclamos publicitarios muy potentes.
A mediados del siglo veinte, comenzó a suscitarse el interés por la grasa de la dieta y sus efectos sobre las patologías cardiovasculares. Años más tarde, las evidencias que se obtuvieron en el estudio de los ‘Siete Países’ establecían una fuerte asociación entre la ingesta de grasa, especialmente grasa saturada, y la mortalidad por patologías coronarias.
A partir de ese momento, las autoridades sanitarias emprendieron una lucha para reducir la grasa de la dieta. La industria alimentaria observó la oportunidad de crear nuevos y más adecuados productos, adaptando los alimentos tradicionales a las nuevas exigencias del momento (alimentos reducidos en calorías y grasas).
Sin embargo, desde los ochenta del siglo pasado la tasa de obesidad se ha multiplicado por dos en todo el mundo. Todo ello no habla demasiado bien del impacto que este tipo de alimentos ha podido tener en la alimentación y en la salud de la población.
Por qué lo light no funciona
Las causas de la obesidad son complejas, por lo que ofrecer explicaciones simples sobre sus orígenes y sobre sus soluciones definitivas no resulta muy útil. Para empezar, habría que analizar cómo hemos llegado hasta aquí y cuáles son las causas. Por otro lado, está la cuestión de cómo podríamos revertir esta situación.
Empezando por el primer asunto, todo señala hacia el estilo de vida sedentario acompañado de un acceso ilimitado a los alimentos. Además, muchos de ellos son alimentos procesados y refinados (incluidos también los alimentos light). La consecuencia es el aumento de los casos de sobrepeso y obesidad en las últimas décadas.
En cuanto a cómo revertir la situación, la manera clásica de afrontar la pérdida de peso ha sido la reducción calórica, a través, por ejemplo, de los alimentos light. Sin embargo, la disminución de las calorías solo funciona a corto plazo. Nuestro organismo tiende a compensar la restricción de calorías aumentando el apetito y ralentizando el metabolismo. Por lo tanto, la clave no está en la fuerza de voluntad del individuo que pretende perder peso, sino en la manera como funciona el organismo.
En este sentido, las últimas investigaciones apuntan a que las dietas con un contenido reducido en carbohidratos podrían aumentar el gasto calórico. De este modo, una dieta baja en hidratos de carbono y elevada en grasas podría contribuir a la disminución del peso corporal.
Alimentos procesados
Uno de los principales problemas de la dieta actual es la presencia generalizada de alimentos procesados. Esto determina que los alimentos estén elaborados con ingredientes que se digieren rápidamente, lo que supone un elevado impacto metabólico. Los azúcares y los hidratos de carbono de fácil asimilación desencadenan el aumento de peso corporal. Esto sucede cuando aumentan los niveles de insulina que abren la entrada hacia las células de grasa.
Por el contrario, los alimentos sin procesar son digeridos a lo largo de todo el aparato digestivo. Esto determina un aumento más progresivo de los niveles de glucosa en sangre. Las calorías no se almacenan en el tejido adiposo, sino que pueden ser gastadas sobre la marcha por el cuerpo y el cerebro.
Obesidad, genética y dieta
Además de los factores ambientales y de comportamiento, existen cuestiones genéticas relacionadas directa o indirectamente con los casos de obesidad. Muchas investigaciones señalan la existencia de genes que, en determinadas condiciones, pueden predisponer a la ganancia de peso.
Pero en estos casos, la epigenética determina que los genes también están condicionados por múltiples factores externos. Entre ellos destaca la composición de la dieta.
Perder peso para siempre
El reto no es solo perder el peso excesivo, sino hacerlo de forma definitiva.
La falta de certezas contundentes provoca la aparición de mitos y falsas creencias. Uno de ellos es que los hidratos de carbono (pan, pasta, etc.) engordan más durante la cena. O que saltarse el desayuno determina un aumento del peso corporal. También algunos creen equivocadamente que dormir menos ayuda a adelgazar.
El apetito y la saciedad también son factores relevantes en lo relativo al peso corporal. Diversas hormonas como la leptina y la grelina, son las encargadas de controlar estos mecanismos que condicionan el comportamiento humano en cuanto a la ingesta de alimentos. En este ámbito, los factores genéticos también pueden jugar un papel relevante.
Finalmente, la calidad de la dieta parece ser un elemento importante a tener en cuenta en relación con el mantenimiento de un peso corporal adecuado. No solo las calorías, también el impacto metabólico y las repercusiones bioquímicas de los alimentos y los nutrientes parecen ser importantes.
Los alimentos light no son la respuesta
Si todo sigue igual, es probable que continúe creciendo el número de personas con sobrepeso y obesidad. De este modo, en 15 años puede que una de cada tres personas en España sea obesa.
La exposición a alimentos procesados y bebidas azucaradas, especialmente durante la etapa infantil, crea preferencias de sabores y gustos que son difíciles de modificar durante etapas posteriores.
En cualquier caso, sustituir la grasa de un alimento por azúcar u otros ingredientes, no parece ser la respuesta correcta. Los alimentos light NO SON LA RESPUESTA.
Las políticas sanitarias
Con el 2020 en el horizonte, el Ministerio de Sanidad, a través de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) alcanzó un acuerdo con la industria alimentaria. En él se concretaba una reducción gradual del contenido de varios ingredientes (sal, grasas o azúcares) de algunos alimentos procesados y bebidas. El compromiso también incluía a las empresas de catering y de vending de colegios y residencias. Todo ello fue anunciado como un avance en la mejora de la salud de la población. Sin embargo, el alcance real de estas medidas es cuestionable.
La dieta de nuestro entorno presenta un exceso de azúcar, sal y grasa (especialmente grasa saturada). Su elevado consumo se relaciona con un riesgo aumentado de mortalidad y de padecer diversas patologías. Es probable que esto no se solucione rebajando mínimamente el contenido de estos nutrientes de alimentos procesados.
Las autoridades sanitarias deberían centrarse en promover el consumo de alimentos más saludables. De este modo, se debería promover un mayor consumo de alimentos frescos y fomentar un cambio hacia unos patrones alimentarios basados en alimentos no procesados.
Para ello habría que incidir en programas educativos desde las escuelas.
Finalmente, habría que facilitar el acceso a alimentos más saludables y ejercer un control real sobre la industria alimentaria y la publicidad.
Por una alimentación con alimentos de verdad
Para mejorar nuestra dieta basta con incluir más alimentos naturales sin procesar ni refinar. Hacer que estén más presentes los alimentos vegetales como verduras, hortalizas, frutas y semillas. Prescindir de los alimentos elaborados, refinados y precocinados, con grandes contenidos añadidos de sal, azúcar y grasa. Y por supuesto, tener una vida más activa.