Ejercicio, felicidad y bienestar psicológico

Ejercicio, felicidad y salud van siempre juntos. Además, hacer deporte tiene un efecto positivo sobre el peso corporal y el bienestar psicológico. Eso sí, es preciso elegir la actividad que sea más conveniente para nosotros, que responda a nuestras expectativas, necesidades y disponibilidad.

Actividad física y beneficios para la salud

La actividad física mejora la salud. Una actividad moderada de 30 minutos al día es suficiente para mejorar la salud, aumentar el bienestar general y disminuir el riesgo de padecer diversas enfermedades como la diabetes, el sobrepeso y la obesidad. Si la duración y la intensidad son mayores, se pueden obtener efectos beneficiosos adicionales.

De igual modo, la actividad física ha mostrado sus efectos beneficiosos en el caso de patologías cardiovasculares y algunos de sus factores de riesgo, como la hipertensión arterial o el colesterol elevado.

La actividad física regular ha mostrado ejercer un efecto protector frente a algunos tipos de cáncer, disminuyendo el riesgo de forma significativa. Es el caso del cáncer colorrectal y el cáncer de mama.

La relación de la salud mental con la actividad física también ha podido ser demostrada en diversidad de estudios. El ejercicio puede reducir la depresión y su recurrencia, también reduce la ansiedad y mejora la reacción al estrés. Además, la actividad física se relaciona con la mejora de algunos aspectos del funcionamiento mental, como la memoria.

Finalmente, en cuanto a los beneficios sobre el sistema locomotor, principalmente implicado en el desempeño de la actividad física, se puede mejorar la salud de músculos y huesos previniendo o mejorando la artritis, la osteoporosis y el dolor de espalda.

Actividad física y felicidad

Cuando se practica deporte no solamente se ponen en marcha los músculos, en el organismo suceden más cosas. Al terminar de realizar cualquier ejercicio o actividad física solemos sentirnos satisfechos, más positivos ante la vida y por tanto, más alegres.

Esto es debido a un proceso que interfiere directamente en nuestro estado de ánimo, la liberación en el sistema nervioso una serie de sustancias químicas de efecto hormonal, conocidas como endorfinas.

Las endorfinas son sustancias químicas de naturaleza opioide que crean en nuestro organismo una sensación de felicidad y bienestar limitada en el tiempo. Esta sensación es la que nos hace sentirnos tan bien durante y después de la práctica deportiva y la que nos “engancha” a la misma.

Pero no solamente la liberación de endorfinas afecta a nuestro estado de ánimo. También el hecho de vernos mejor, más saludables y con más energía nos hará tener más seguridad en nosotros mismos, algo que se va a notar en nuestra predisposición en el día a día.

El deporte no es solo una forma de conseguir un cuerpo bonito, sino también una buena manera de lograr una mejor salud mental. Existen numerosos estudios que relacionan la actividad física con mejores estados de ánimo y menos incidencia de trastornos mentales.

Ejercicio aeróbico vs. anaeróbico

Hablar de ejercicio aeróbico es hablar de ejercicios de media o baja intensidad y de larga duración. En este tipo de ejercicios, como combustible energético el organismo utiliza hidratos de carbono en forma de glucógeno almacenado en los músculos, pero también grasas de reserva, que permiten un rendimiento sostenido en el tiempo de intensidades moderadas. Son ejemplos de ejercicios aeróbicos: correr, nadar, montar en bicicleta, caminar, etc. Por otro lado, los ejercicios que consideramos anaeróbicos son aquellos de alta intensidad y de poca duración. En este tipo de ejercicios, la energía proviene de fuentes más inmediatas, como son el ATP muscular, la fosfocreatina y glucógeno muscular. Hacer pesas, las carreras de velocidad y los ejercicios que requieran gran esfuerzo en poco tiempo son típicos ejercicios anaeróbicos.

Varios estudios han demostrado grandes beneficios con la práctica de ejercicio aeróbico regular (de 40 a 50 minutos al día, 3 días a la semana), como la mejora del flujo sanguíneo, el mantenimiento del cerebro activo y en alerta durante más tiempo, además de influir positivamente en la función pulmonar.

Correr o montar en bicicleta, por ejemplo, también se ha comprobado, que produce un cambio más significativo en la personalidad de quien lo practica, que el ejercicio anaeróbico (ejercicios de pesas y musculación). Este cambio se observa en ambos sexos, aunque en el femenino, el cambio es más acusado.

Vigorexia y ortorexia como trastornos obsesivos

Al igual que en otro tipo de trastornos de orden psicológico, hay personas que perciben una distorsión de su propio cuerpo y necesitan aumentar su masa muscular, lo cual les lleva a realizar ejercicio físico de manera obsesiva. Este trastorno se conoce como vigorexia.

Algunos estudios han señalado una prevalencia de vigorexia cercana al 15 % en grupos de culturistas. También se puede constatar que el interés sobre la apariencia física es mucho mayor entre los practicantes de este tipo de deporte que entre otros grupos.

Al igual que la vigorexia, hoy en día, sobre todo en los países desarrollados, existen otras obsesiones patológicas o trastornos conductuales, como es el caso de la ortorexia.

El término ortorexia proviene de la palabra griega orthos (correcto) y orexia (apetito) y está caracterizado por la obsesión extrema por los alimentos supuestamente “puros” y “sanos”. Esto conduce a quienes padecen dicho trastorno, además, a una restricción dietética importante. Las personas ortoréxicas no consumen alimentos “impuros”, es decir, que contengan pesticidas o que bajo el criterio de la persona en cuestión no tengan la calidad nutricional suficiente. En algunos casos puede determinar un trastorno alimentario grave con repercusiones a nivel nutricional.

Neurotransmisores, felicidad y alimentación

Además de una actividad esencial para la vida, comer es un placer. Y eso se debe, entre otras cosas, a que existen unos neurotransmisores esenciales para el correcto funcionamiento de la actividad cerebral, los cuales, necesitan los precursores para ser sintetizados que se encuentran en los alimentos.

Los neurotransmisores son sustancias químicas que se encuentran en las terminaciones neuronales y juegan un papel central en los sentimientos de bienestar, autoestima, relajación, confianza y concentración.

La serotonina, es quizá el neurotransmisor más estudiado de todos. Dicho neurotransmisor inhibe los efectos de los neurotransmisores excitadores. Eso significa que cuando disminuyen nuestros niveles de serotonina, muy probablemente se promoverán sentimientos de temor, agresividad, ansiedad y alteraciones en el patrón del sueño.

Nuestro organismo es capaz de sintetizar serotonina a partir de un aminoácido esencial que se encuentra en algunos alimentos, el triptófano.

El triptófano es el aminoácido esencial menos abundante en los alimentos. La carne contiene cantidades relativamente elevadas de triptófano, así como las anchoas, los huevos, los frutos secos y los lácteos, sobre todo el queso.

La apetencia de alimentos ricos en azucares simples después de una comida puede deberse a que hacen que aumente la entrada de triptófano en el cerebro para sintetizar más serotonina, tras la liberación de insulina. La baja disponibilidad de triptófano, junto con el estrés, la ausencia de actividad física y otros factores pueden determinar la aparición de depresión, dolores de cabeza y musculares, además de otros trastornos.

Realizar la actividad física de forma correcta

Para poder obtener todo los beneficios derivados de una práctica deportiva nueva, se debe comenzar a realizar de manera progresiva. De este modo, se evitarán lesiones y contratiempos de salud. Debemos elegir aquella actividad que vayamos a poder realizar a largo plazo, eso implica que tengamos disponibilidad y que nos divierta. Es necesario tener presente que debemos integrar la actividad física en nuestra vida y no al revés.

En los días previos al comienzo de la práctica deportiva, sería una buena estrategia cambiar alguna de las rutinas para ir incrementando el nivel de actividad física: usar las escaleras en lugar del ascensor, hacer parte de los trayectos habituales andando, etc.

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