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Los contenidos de salud y las informaciones y noticias de salud aparecen constantemente en los medios de comunicación, ya sean especializados o generalistas.
Muchas de las noticias hacen referencia a estudios de salud en los que se ha puesto a prueba un nuevo tratamiento, un medicamento, un alimento, etc. Pero, ¿se puede dar por válida cualquier conclusión de cualquier estudio? ¿Todos los estudios son iguales? ¿Los medios hablan de salud de manera correcta y creíble? La creación de contenidos de salud en los medios y la evidencia en la que se basan son muchas veces cuestionables.
Contenidos de salud en los medios
A menudo aparecen informaciones en los medios en los que se hace referencia a un estudio científico de salud. Es muy común que el tratamiento de esta información se lleve a cabo de forma poco rigurosa, sensacionalista e interesada.
En este sentido, las encuestas señalan que la población general considera la información sobre salud como prioritaria, pero también reconoce sentirse poco o mal informada sobre temas de salud.
Por otro lado, cada vez son más los medios y plataformas dedicados a los temas de salud. Esto debería ser una buena noticia. Sin embargo, a menudo es complicado discriminar la información válida, fiable y desinteresada frente a la que no lo es. En definitiva, la información en materia de salud recae a menudo en fuentes poco expertas y muy condicionadas por exigencias económicas interesadas.
Contenidos de salud: utilización de los estudios de salud
Es habitual la utilización incorrecta de los estudios científicos en las noticias y contenidos de salud. Es común, por ejemplo, extrapolar a los humanos los resultados de investigaciones llevadas a cabo con animales o in vitro en laboratorios. Esto no debería suceder.
Los estudios con animales o in vitro son fases preliminares necesarias en la investigación. Sin embargo, se requerirá de ensayos clínicos con humanos para probar las distintas hipótesis en nuestra especie. Aunque los resultados de estudios en animales apunten un posible efecto positivo, este deberá ser corroborado en humanos.
Otro tipo de prácticas comunes en la comunicación sobre la salud es la creación de ‘Comités de Expertos’ por parte de la industria, formados por reputados profesionales de un área específica para que lleven a cabo estudios a medida. Estos estudios suelen ser de baja calidad por el hecho de que existe un claro conflicto de intereses por parte de los promotores del estudio.
Cómo deberían ser los contenidos de salud
Habría que desligar al máximo la información y los contenidos de salud de las presiones e influencias económicas de la industria (alimentaria, farmacéutica, etc.). De igual modo, se debería fomentar por parte de las autoridades sanitarias la creación de estructuras y plataformas de comunicación veraces y fiables. Estas deberían dar mayor visibilidad a cuestiones sanitarias de interés general, que estuvieran actualizadas y ofrecieran las últimas evidencias disponibles.
Las informaciones deberían ser tratadas por expertos en la materia o, al menos, profesionales que sepan contextualizar cada tipo de estudio y el alcance de cada investigación. También deberían mostrarse de forma comprensible las implicaciones para la salud de las personas que se pudieran derivar de esas investigaciones.
Finalmente, sería pertinente fomentar en la sociedad –incluso desde la etapa escolar– un espíritu crítico en el consumo de la información en general y de los contenidos de salud, en particular. Para ello, la educación debería contemplar la búsqueda activa de información de calidad, aprovechando, especialmente, las posibilidades que ofrece internet.
Evidencia y estudios científicos sobre salud
Medicina Basada en la Evidencia
La Medicina Basada en la Evidencia es un concepto desarrollado por epidemiólogos canadienses a finales del siglo pasado. Utilizando su propia definición, se trata de «la utilización consciente, explícita y juiciosa de la mejor evidencia clínica disponible para tomar decisiones sobre el cuidado de los pacientes».
De este modo, en función del rigor científico de los estudios disponibles y de su diseño, pueden construirse escalas de clasificación jerárquica de la evidencia. A partir de estas, se podrán establecer recomendaciones respecto a la adopción de un determinado procedimiento médico o intervención sanitaria.
Tipos de estudios sobre salud
Los estudios epidemiológicos –que es como se conocen los estudios en el ámbito de la salud– se pueden clasificar en función de diversos aspectos.
Los estudios epidemiológicos más importantes son:
Estudios analíticos
Estudios observacionales (no experimentales)
En ellos no se lleva a cabo ninguna intervención. Simplemente se observa a los individuos de una población o muestra de población.
Estudio de casos y controles
Identifica a personas con una enfermedad (u otra variable de interés) y las compara con un “grupo control” que no padece la enfermedad. Se examina la relación entre uno o varios factores de la enfermedad entre los casos y los controles.
Estudios de Cohortes
En este tipo de estudio los individuos son identificados en función de la exposición o no a un determinado factor. En ese momento, todos los participantes están libres de la enfermedad de interés. Se inicia un seguimiento durante un período de tiempo para observar la frecuencia de aparición de la enfermedad. Se conoce como estudio prospectivo.
Estudios de intervención (experimentales)
En los estudios experimentales se provoca una exposición determinada en un grupo de individuos. Acto seguido, se compara con otro grupo en el que no se interviene, o se aplica un placebo. Esto es, un tratamiento inefectivo que el paciente no sabe que lo es. Aquí se incluyen los ensayos clínicos, los ensayos de campo y los ensayos comunitarios.
Ensayo clínico
Es el estudio experimental más frecuente. A los pacientes se les evalúa un tratamiento para una enfermedad que se compara con un grupo control al que se le suministra un placebo. La validez de este estudio radica en la asignación aleatoria o «aleatorización» de los participantes a cada grupo.
Ensayo de campo
Se estudian individuos que aún no han adquirido una enfermedad, pero están en riesgo de adquirirla. Se estudian factores preventivos como la administración de vacunas o el seguimiento de dietas.
Ensayo comunitario
Incluyen intervenciones sobre bases de población amplias. En este tipo de diseños una comunidad recibe una intervención, mientras que otra servirá de control.
Meta-análisis y revisiones
Los meta-análisis y las revisiones son un tipo de estudios compuestos. Incluyen diferentes estudios llevados a cabo sobre un tema en un periodo de tiempo concreto. En el caso de los meta-análisis, se consideran conjuntamente los resultados de todos los estudios incluidos y se les da un nuevo tratamiento estadístico único. En el caso de las revisiones sistemáticas, se consideran los resultados de los estudios incluidos sin someterlos a un nuevo tratamiento estadístico.
Sesgos y errores en los estudios
Para evitar errores y sesgos en los estudios todas las etapas del estudio deben estar bien planificadas y ejecutadas. De este modo, la planificación, ejecución e interpretación de los resultados deben ser válidos y precisos. Los objetivos tienen que estar formulados de forma clara y deben ser cuantificables. Si la planificación es deficiente y no está convenientemente definida, la calidad del estudio se verá afectada.
Errores comunes en los estudios epidemiológicos
Planificación de los estudios
La planificación del estudio debe contemplar diferentes elementos. De este modo, deben estar bien definidos la población a estudio, la intervención u observación que se pretende realizar, el tipo de resultados que se pretende obtener, etc.
Por ejemplo, se pretende analizar el nivel de vitamina D en una población. Para ello, a través de una encuesta dietética se estima la ingesta de esta vitamina en la dieta. Sin embargo, no se tienen en cuenta las horas de exposición al sol. De este modo, se estará cometiendo un error en la planificación del estudio. El motivo es que, además de la vitamina D presente en los alimentos, parte de esta vitamina se sintetiza en el propio organismo gracias a la luz solar.
Ejecución de los estudios
La ejecución del estudio debe llevarse a cabo según ciertas especificaciones. El protocolo es el documento en el que quedan recogidos todos los detalles del estudio. En los ensayos clínicos es preciso asegurarse de la asignación aleatoria de los pacientes a los diferentes grupos. También hay que mantener el «cegamiento» a los pacientes y al personal del estudio. Ni los pacientes ni los investigadores pueden saber quién está asignado al tratamiento o al placebo. Finalmente, los grupos que forman parte del estudio deben ser comparables.
En el pasado se realizaron estudios sobre el consumo de alcohol y sus efectos sobre la salud cardiovascular. En ellos, se observaba la evolución de personas que consumían diferentes cantidades de alcohol. Uno de los errores fue incluir a ex-bebedores en el grupo de abstemios. Los ex-bebedores presentaban problemas de salud causados por el alcohol. De este modo, se llegó a conclusiones distorsionadas del tipo ‘beber alcohol en cantidad moderada es mejor para la salud que ser abstemio’.
Interpretación de los estudios
Los resultados de un estudio precisan de un tratamiento estadístico que puede llevarse a cabo de manera incorrecta. De este modo los resultados pueden quedar desvirtuados.
Por otro lado, también son factores relevantes a tener en cuenta la magnitud del efecto observado, la precisión o su aplicabilidad a una población específica.
Evidencia de los estudios
La evidencia científica se puede representar de manera jerárquica en función del tipo de estudio y de la calidad del mismo.
En función del rigor científico de los estudios pueden construirse escalas de clasificación de la evidencia. A partir de estas se pueden establecen recomendaciones sobre los tratamientos estudiados.
De este modo, el mayor nivel de evidencia (calidad de la evidencia alta) es el derivado de meta-análisis de ensayos clínicos de gran calidad que presenten un riesgo muy bajo de sesgos o errores. Seguidamente, se sitúan las revisiones de ensayos clínicos y los ensayos clínicos aleatorizados con muy bajo riesgo de sesgos.
Con una calidad de la evidencia baja estarían los estudios observacionales de alta calidad (mejor si son revisiones de varios estudios). Aquí se incluyen los estudios de cohortes y los estudios de casos y controles.
Seguidamente, habrá que situar los estudios no analíticos (observaciones clínicas y series de casos).
Por último (y a mucha distancia), habría que situar los estudios in vitro y los estudios realizados con animales de laboratorio, cuyos resultados nunca pueden ser extrapolados a los humanos.
Conforme la calidad de los estudios baja y el riesgo de sesgo y confusión aumenta, el nivel de evidencia del estudio será peor.
Grado de recomendación
En función del nivel de evidencia determinado por cada estudio, se podrá establecer un grado de recomendación sobre el tratamiento o la intervención sanitaria estudiados en el estudio.
En las siguientes tablas se expresa de manera esquemática el nivel de evidencia que se deriva de cada tipo de estudio:
En cuanto a las recomendaciones de salud basadas en los diferentes tipos de estudios, se pueden establecer los siguientes grados de recomendación: