Diabetes, síntomas y tratamientos

La diabetes es una enfermedad que puede etiquetarse de muchas maneras. Algunas de ellas son enfermedad crónica, enfermedad metabólica, enfermedad relacionada con el mal funcionamiento de la insulina, enfermedad del azúcar.

Sin embargo, una de las características más destacables de la diebetes tipo 2 es el crecimiento alarmante experimentado, junto con la obesidad, en las últimas décadas. La buena noticia es que está en nuestra mano prevenir que se siga extendiendo. De este modo, se estima que hasta 7 de cada 10 casos de diabetes tipo 2 se podrían prevenir con un estilo de vida adecuado. Ojalá los estilos de vida adecuados lograran propagarse tan rápido como la enfermedad.

Qué es la diabetes

Para saber qué es exactamente la diabetes, debemos indagar sobre su apellido, mellitus, que –es fácil de creer– deriva de la palabra miel. Y es que uno de los signos de la diabetes es la eliminación de glucosa a través de la orina, ya que esta se acumula en exceso en la sangre (hiperglucemia).

La glucosa es la principal moneda energética de nuestro organismo. A partir de ella, las células y tejidos consiguen la energía necesaria para subsistir y realizar sus funciones. Para que la glucosa entre dentro de las células se necesita la participación de la insulina. Esta hormona en el caso de la diabetes mellitus no realiza bien su función o no se encuentra en cantidades suficientes. Como consecuencia, la glucosa se acumula en la sangre ya que las células no pueden captarla y esto determina efectos perjudiciales para la salud.

Tipos de diabetes

Diabetes tipo 1

En la diabetes tipo 1, o diabetes infantil, el inicio de la enfermedad se produce en edades tempranas. En este caso, el páncreas es incapaz de fabricar insulina, por lo que se requiere del suministro de insulina inyectada de por vida para su tratamiento.

Diabetes tipo 2

Por el contrario, en la diabetes tipo 2, o diabetes del adulto, el inicio es más tardío. En este caso, la insulina no ejerce su función adecuadamente. La diabetes tipo 2 está muy relacionada con la obesidad y los hábitos de vida (alimentación y actividad física).

Existen otros tipos de diabetes, como la diabetes gestacional, que tiene lugar durante el embarazo y que suele revertir una vez que se ha producido el parto.

El tipo 2 de la diabetes supone cerca del 90 % de los casos. Esta enfermedad metabólica no tiene cura definitiva y, si no se trata bien, puede provocar daños irreparables como nefropatías, neuropatías, ceguera, trastornos cardiovasculares y daños en tejidos y miembros que pueden llevar, incluso, a su amputación.

Síntomas de la diabetes

En algunos casos, los síntomas de la diabetes pueden pasar desapercibidos, especialmente en casos de diabetes tipo 2. No en vano, casi la mitad de los pacientes que presentan diabetes tipo 2 desconocen que padecen la enfermedad.

Los síntomas, cuando se presentan, están relacionados con la hiperglucemia y responden a una gran diversidad de situaciones:

  • Polidipsia y poliuria. Es decir, una gran sensación de sed que hace beber una gran cantidad de líquidos que a su vez propicia un gran número de micciones. Este síntoma es consecuencia directa de la hiperglucemia.
  • Pérdida de peso. Esta puede producirse por la incapacidad del organismo de aprovechar adecuadamente la energía de los alimentos.
  • Fatiga. El cansancio y la fatiga también puede aparecer como consecuencia del aprovechamiento energético deficiente del organismo.
  • Problemas de visión. Como consecuencia de la hiperglucemia se producen trastornos en el cristalino que pueden determinar la aparición de visión borrosa.
  • Cicatrización defectuosa. La hiperglucemia puede estar implicada en procesos de cicatrización deficientes o tardíos.
  • Infecciones frecuentes y encías inflamadas. Como consecuencia de la hiperglucemia las encías pueden estar inflamadas y las infecciones pueden producirse de manera habitual.

Epidemiología de la diabetes

Una de cada 10 personas adultas tiene diabetes. Esto supone cerca de 400 millones de personas con diabetes en todo el mundo.

En España, más del 5 % de la población padece diabetes. Sin embargo, muchos de ellos ni siquiera son conscientes de ello. En este sentido, algunos estudios recientes apuntan a una prevalencia del 13,8 % de la población adulta. De los cerca de 5 millones de personas con diabetes en España, casi la mitad desconoce que padece la enfermedad.

Diagnóstico de la diabetes mellitus

Para el diagnóstico de la diabetes solo es necesaria una pequeña extracción de sangre de la que se analiza su contenido en glucosa. Esta se puede medir de diferentes formas:

  • A1C o hemoglobina glicosilada. Nos da una medida del promedio de glucosa en sangre de los últimos 2-3 meses. Se diagnostica diabetes si el A1C es igual o superior al 6,5 %.
  • Glucosa plasmática en ayunas. Se diagnostica diabetes si la glucosa es igual o superior a 126 mg/dl.
  • Prueba de tolerancia a la glucosa oral. Se administra oralmente una solución con 75 g de glucosa. Se diagnostica diabetes si a las dos horas la glucosa en sangre es igual o superior a 200 mg/dl.

Complicaciones de la diabetes

Las complicaciones o efectos perjudiciales derivados de la enfermedad pueden ser de diferente naturaleza. Las lesiones que se producen por los altos niveles de glucosa en sangre pueden ser microvasculares (lesiones de los vasos sanguíneos pequeños) o macrovasculares (lesiones de vasos sanguíneos más grandes).

Las complicaciones microvasculares pueden acarrear:

  • Lesiones oculares (retinopatía) que pueden desembocar en ceguera.
  • Problemas renales (nefropatía) que pueden acabar en insuficiencia renal.
  • Lesiones neuronales que pueden ocasionar impotencia y pie diabético. Este último, en ocasiones, obliga a la amputación como consecuencia de infecciones muy graves.

Las complicaciones macrovasculares determinan la aparición de enfermedades cardiovasculares, incluyendo infartos, accidentes cerebrovasculares y la insuficiencia circulatoria en los miembros inferiores.

Los estudios señalan que un buen control de la enfermedad (control de los niveles de glucosa en sangre), tanto en la diabetes tipo 1 como en la diabetes tipo 2, puede retrasar el inicio y la evolución de estas complicaciones.

Tratamiento de la diabetes

En la diabetes tipo 1 el tratamiento siempre consiste en la inyección de insulina. La administración y la dosis se debe pautar en función de las características del individuo, su edad, alimentación, actividad física, etc.

En la diabetes tipo 2 el tratamiento puede consistir en cambios en los hábitos de vida (incluyendo la disminución del peso corporal), el uso de medicamentos orales o, en algunos casos, inyecciones de insulina. La finalidad principal del tratamiento siempre persigue el control de los niveles de glucosa en la sangre.

El tratamiento debe contemplar elementos educacionales, así como la evaluación y mejora de las complicaciones micro y macrovasculares. De este modo, será preciso la disminución de los factores de riesgo cardiovascular y de otra naturaleza, adaptando todos los elementos a las características de cada paciente.

Dentro del riesgo cardiovascular se incluyen actuaciones como dejar de fumar, el control de la tensión arterial, la reducción del colesterol, la mejora de las pautas dietéticas y el establecimiento de una adecuada actividad física, entre otros factores.

Dieta y diabetes

La dieta de una persona con diabetes no debe ser muy diferente de una dieta equilibrada para una persona sana. El enfoque general debe atender a patrones dietéticos y alimentarios saludables que estén basados en una ingesta elevada de verduras (2-3 raciones al día) y frutas (2-3 raciones al día). Las semillas, como cereales, legumbres y frutos secos, deberán estar muy presentes y sus derivados deberán ser integrales. El pescado (blanco y azul) deberá estar presente de forma importante (3-4 raciones semanales), limitándose las carnes y sus derivados. Los alimentos refinados y procesados y los productos azucarados deberán limitarse de forma marcada.

Diabetes y pérdida de peso

Dado que gran parte de las personas con diabetes tipo 2 presentan sobrepeso u obesidad, se debe contemplar la pérdida de peso a través de la reducción de las calorías de la dieta. Además, esta pérdida de peso puede mejorar diversos aspectos de la diabetes, incluyendo el control de la glucemia, la hipertensión y los niveles de lípidos en sangre.

En las proteínas de la dieta deben prevalecer las de origen vegetal. Entre las proteínas animales es recomendable que abunde el pescado (fuente de grasa omega-3 con propiedades cardiosaludables), las carnes magras y los lácteos descremados.

Las grasas deben ser mayoritariamente de origen vegetal, recomendándose el consumo de aceite de oliva virgen para condimentar y cocinar.

Deben controlarse los azúcares simples y es importante mantener una ingesta regular de hidratos de carbono a lo largo del día para evitar picos de glucemia. En este sentido, se recomienda un consumo elevado de fibra, ya que esta determina una absorción más progresiva de hidratos de carbono y, por tanto, menores aumentos de glucemia. Las principales fuentes de fibra son verduras, frutas, frutos secos, legumbres y cereales y derivados integrales.

Ejercicio y diabetes

La práctica habitual de ejercicio físico es aconsejable para cualquier persona. En las personas con diabetes tipo 2 el ejercicio ayuda a controlar los niveles de glucosa.

Se recomienda a los adultos con diabetes que realicen de 30 a 60 minutos al día de actividad física aeróbica moderada-intensa, al menos 4 días a la semana. Ejemplos de ello podría ser dar paseos en bicicleta o caminatas a ritmo rápido. Evidentemente, esto deberá ser adaptado en función de las condiciones del individuo, motoras, cardiovasculares, etc.

También se deberían realizar ejercicios de fuerza al menos dos veces a la semana.

Educación en la diabetes

Según señalan diversos estudios, lo ideal para los pacientes con diabetes recién diagnosticados sería participar en programas educacionales. Estos pueden incluir diferentes temáticas relacionadas directamente con la enfermedad, como nutrición, actividad física, optimización del control metabólico y prevención de las complicaciones. Este tipo de intervenciones educacionales frente a los tratamientos convencionales determinan un mejor control de la enfermedad.

Intervención psicológica en la diabetes

Los pacientes con diabetes tipo 2 a menudo experimentan un estrés significativo relacionado con la responsabilidad sobre el control de la glucemia. Esto incluye las modificaciones del estilo de vida, llevar de manera adecuada el tratamiento farmacológico, etc. En este sentido, diversos estudios señalan que la psicoterapia reduce el estrés psicológico y mejora el control glucémico de los pacientes.

Medicamentos para la diabetes

En pacientes con niveles de glucosa cercanos a la normalidad y altamente motivados, tiene sentido un periodo de 3-6 meses de modificaciones del estilo de vida (dieta y actividad física) antes de plantearse ningún tratamiento farmacológico.

Sin embargo, las deficiencias metabólicas que caracterizan a la diabetes empeoran con la edad, por lo que cuanto antes se establezca un control adecuado sobre los niveles de glucosa, menores serán las complicaciones a largo plazo. En este enfoque también debe incluirse el tratamiento con fármacos.

Los medicamentos más comunes en la diabetes tipo 2 son los conocidos como hipoglucemiantes orales. En ausencia de contraindicaciones, la mayoría de pacientes inician su tratamiento con metformina. Si existen esas contraindicaciones, otra opción son las sulfonilureas de acción rápida, aunque crece el riesgo de hipoglucemia y aumento de peso.

La insulina también puede considerarse como terapia de primera línea, especialmente en pacientes mal controlados, si bien se ha venido utilizando solo cuando los agentes orales o las modificaciones de estilos de vida no han funcionado.

Existen otras opciones farmacológicas cuya prescripción hasta la fecha es más limitada.

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