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La grasa trans es responsable de más de medio millón de muertes al año en todo el mundo, según la OMS. Estas muertes se podrían evitar si los países que presentan un mayor consumo prohibieran la utilización de aceites parcialmente hidrogenados, su principal fuente.
Prohibición de la grasa trans en Estados Unidos
En junio de 2018 entró en vigor la prohibición por parte de la FDA (Food and Drug Administration) de las grasas trans artificiales. Estados Unidos se une así a países como Canadá y Dinamarca que ya emprendieron acciones contra este tipo de grasa en el pasado. En este sentido, se impide la utilización de grasas parcialmente hidrogenadas, la principal fuente de ácidos grasos trans en los alimentos.
En la Unión Europea y en España nunca se llegó a prohibir o limitar el uso de este tipo de grasa. Solo existen restricciones para algunos alimentos específicos, como los preparados para lactantes. Ni siquiera se consideró la obligatoriedad (ni la voluntariedad) de incluir en el etiquetado la cantidad de grasas trans presente en los alimentos.
Qué son las grasas trans
La grasa trans o ácidos grasos trans (AGT) son un tipo particular de ácidos grasos insaturados (con dobles enlaces de carbono). La configuración trans se diferencia de la cis (la versión «saludable») en su disposición espacial.
Algunos AGT se producen industrialmente. La principal fuente dietética de AGT industriales son los aceites parcialmente hidrogenados utilizados sobre todo en margarinas y bollería.
Grasa trans: alimentos que la contienen
Existen 3 vías principales para que aparezcan ácidos grasos trans en los alimentos:
- Por medio de la transformación bacteriana de ácidos grasos insaturados en el estómago de animales rumiantes (que pasan a la carne y a la leche).
- Por medio de la hidrogenación industrial de aceites para producir grasas sólidas o semisólidas de uso en margarinas, mezclas de grasas y bollería.
- Durante la fritura con aceites a altas temperaturas.
Las reducciones del contenido en grasa trans de alimentos se centra en la producida industrialmente, ya que la proporción de AGT puede modificarse. Sin embargo, la proporción en las grasas de rumiantes es relativamente estable.
Los aceites parcialmente hidrogenados contienen grasas saturadas e insaturadas, entre ellas AGT en proporciones variables, que pueden llegar hasta más del 50 %, según la tecnología de producción utilizada.
Grasa trans, la peor grasa para la salud
En la mayoría de países occidentales se ha reducido enormemente el contenido en ácidos grasos trans en las últimas décas. Sin embargo, en países del medio oriente, India e Irán, entre otros, este tipo de grasa está muy presente en multitud de alimentos.
Debido a ello, la OMS ha presentado un programa para eliminar la grasa trans de los alimentos producidos industrialmente en el plazo de 5 años, por medio del plan REPLACE.
La grasa trans aumenta los niveles de colesterol LDL (colesterol malo) y reduce los viveles de colesterol HDL (colesterol bueno), incrementando el riesgo cardiovascular. Estos efectos son dosis-dependiete, por lo que a un mayor consumo, existirá un mayor riesgo.
Las evidencias son más débiles en cuanto a una posible relación entre la ingesta de grasa trans y el riesgo de padecer cáncer, diabetes tipo 2 o enfermedades alérgicas como el asma.
Finalmente, algunas investigaciones sugieren que la ingesta de grasas trans a niveles cercanos al límite considerado aceptable (el 1 % de la energía de la dieta) puede afectar de manera perjudicial a otros aspectos de la salud, como es el caso de la función reproductora.
Grasa trans artificial y grasa trans animal
La grasa trans de origen industrial y la de origen animal parecen mostrar efectos adversos comparables sobre el colesterol sanguíneo. Sin embargo, la ingesta de ácidos grasos trans de origen animal suelen ser estables e inferiores al 1 % de la energía de la dieta, por lo que su impacto sobre la salud suele ser limitado. En general, la ingesta de grasa trans procedente de rumiantes no se contempla como un importante problema de salud pública.
Cuánta grasa trans se puede comer
Eliminar las grasas trans, utilizadas principalmente para alargar la vida de los alimentos procesados, puede ser la manera más fácil de mejorar la salud de mucha gente en el mundo.
Las recomendaciones de salud pública hablan de disminuir los niveles de ingesta de grasas trans por debajo del 1 % del total de la energía de la dieta. Esto se lograría, principalmente, por la reducción de la grasa trans de origen industrial. En una dieta de 2.000 kcal esto supondría un límite de poco más de 2 g de ácidos grasos trans al día.
En los últimos 20 años se han reducido sustancialmente los contenidos de grasa trans en los países occidentales. Sin embargo, todavía hay algunos alimentos en los que se puede encotrar grasa trans en cantidades relativamente altas. Entre ellos hay que incluir la mantequilla, los alimentos precocinados, tartas y pizzas congeladas, entre otros.
Consumo de grasa trans
Las estimaciones sobre el consumo de ácidos grasos trans son muy variables dentro del seno de la Unión Europea y a nivel mundial.
En un estudio comparativo reciente, de los 29 países estudiados, 22 mostraban un consumo de grasa trans inferior al 1 % de la energía total de la dieta.
Sin embargo, destacan países como Irán, con un consumo de grasa trans que supera el 4 % del total de energía de la dieta. Líbano está por encima del 2 % y Brasil, Costa Rica, Canadá y Estados Unidos por encima del 1 %.
En España, las estimaciones señalan un consumo que supone el 0,8 % de la energía total de la dieta, si bien son datos de un estudio de 2003 que incluía una muestra no homogénea del territorio español.
En cualquier caso, el contenido en ácidos grasos trans de los alimentos en España se puede considerar bajo en general. Además, su evolución parece disminuir progresivamente en el tiempo, según datos del Ministerio de Sanidad.