Flora intestinal y obesidad infantil

Un reciente estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores de varias universidades estadounidenses y noruegas establece una asociación entre la composición de la flora intestinal y la obesidad. Esta relación se establece con la flora en los primeros meses de vida y la obesidad a los 12 años de edad.

De este modo, podría ser más útil analizaran nuestra flora intestinal que los inciertos análisis genéticos para saber si existe una probabilidad elevada de padecer obesidad en el futuro.

Obesidad infantil: un problema de talla mundial

La obesidad infantil es un problema creciente a nivel mundial. Se sabe que algunos factores genéticos y los hábitos relacionados con un estilo de vida sedentario y una dieta deficiente influyen en el aumento de la obesidad infantil. Sin embargo, todavía no existe una explicación completa de este fenómeno.

En este sentido, existen otros factores que pueden estar relacionados con la aparición del exceso de peso. Recientes investigaciones sugieren que la flora intestinal –o microbiota, hablando con mayor corrección– puede jugar un papel importante en el desarrollo de la obesidad. Además, este podría ser uno de los mecanismos que explicasen la transmisión intergeneracional del riesgo de obesidad.

La flora intestinal de las primeras etapas de la vida es altamente dinámica y se modifica por múltiples factores. Entre ellos hay que destacar la flora intestinal materna, el tipo de nacimiento (parto vaginal o cesárea), la duración de la lactancia y los tratamientos con antibióticos.

Flora intestinal y obesidad infantil

En un reciente estudio publicado en la revista de la American Society for Microbiology, mBIO, se estudió la modificación de la flora intestinal durante los 2 primeros años de vida y su relación con el índice de masa corporal (IMC) a los 12 años de edad.

En el estudio se examinó la composición de la flora intestinal en 6 ocasiones diferentes. El periodo temporal fueron los dos primeros años de vida de un grupo de 165 recién nacidos noruegos. Posteriormente, se estudió su relación con el IMC a los 12 años de edad. También se estudió la relación con el sobrepeso o la obesidad de la madre y el aumento excesivo de peso materno durante la gestación.

En la investigación se llevó a cabo la secuenciación genética de las muestras extraídas a partir de la flora intestinal. De este modo, se estableció la posible asociación con el sobrepeso a los 12 años de edad.

Resultados del estudio

A los 12 años de edad el 20 % (33) de los niños estudiados tenían obesidad o sobrepeso.

Las madres de los niños obesos tendían a presentar un menor nivel educativo y un IMC más alto que las madres de los niños no obesos. También presentaban mayores tasas de tabaquismo durante la gestación y períodos más cortos de lactancia materna.

La clasificación taxonómica de las especies bacterianas durante los primeros 2 años de vida se asoció con el IMC infantil. Esto pudo explicar más del 50 % de la variabilidad del IMC del grupo. Esto significa que la composición de la flora intestinal influyó mucho más que cualquier otro factor sobre el IMC infantil. En este sentido, el resto de los predictores del IMC infantil juntos solo explicaron el 15,2 % en la variabilidad del IMC a los 12 años. Entre estos otros predictores estaban el tipo de nacimiento y la duración de la lactancia materna. También estaban la exposición a antibióticos, la presencia de hermanos gemelos, la edad gestacional y otros factores relacionados con la madre.

De igual modo, el IMC en los primeros meses de vida no se asoció con la presencia de sobrepeso u obesidad a los 12 años de edad.

Por otro lado, la composición de la flora de madres con sobrepeso y obesidad era más similar a la de los niños que luego aumentarían su IMC.

Conclusiones del estudio

Los resultados del estudio muestran una asociación entre la composición de la flora intestinal infantil y el IMC al final de la infancia. Ello supone una evidencia preliminar de que la flora intestinal a los 2 años de edad puede ayudar a identificar a los niños con riesgo de padecer obesidad.

También existe cierta evidencia de que el sobrepeso o la obesidad materna puede influir en la composición de la flora del niño. Esto se asocia con el IMC posterior.

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