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La maternidad, como la lactancia materna son posibilidades biológicas, no instintos.
Nadie pone en duda las bondades nutricionales de la leche materna. Tampoco que, desde un punto de vista estrictamente nutricional, sea la mejor opción. Pero, se hace necesario tener en cuenta las circunstancias de cada mujer y, en última instancia, su voluntad.
Para empezar, la lactancia materna o el hecho de amamantar a un bebé tiende a identificarse como un acto «natural«. Sin embargo, en todas las actividades humanas existe un factor de convención. Este es influenciado por múltiples elementos, como la cultura, las creencias, las modas y, por supuesto, también la biología.
A lo largo de la historia, las mujeres han tenido una relación compleja con la lactancia. Esta ha dependido, principalmente, de la posición social y de cuestiones culturales y no puramente biológicas.
Culpabilizar a una mujer por no poder o no querer amamantar a su hijo es un acto de irresponsabilidad ética que no se debe minimizar.
Qué es la lactancia materna
La lactancia materna es el acto de alimentar al bebé a partir de la leche fabricada por la propia madre.
La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida. Transcurrido este tiempo, comienza el periodo de introducción progresiva de otros alimentos, hasta que la alimentación del niño sea semejante a la de un adulto, en torno al año y medio de edad.
Las recomendaciones de otras instituciones y expertos adelantan la introducción de alimentos complementarios a los 4 meses.
La decisión de dar el pecho es personal y está influida por diversos factores. Bajo ciertas circunstancias, la lactancia materna puede no ser posible, adecuada o deseada.
A nivel mundial, solo el 38 % de los recién nacidos son alimentados exclusivamente con leche materna.
En España, según la Asociación Española de Pediatría, el 72 % de los recién nacidos son alimentados mediante lactancia materna, un 66 % a los 3 meses y un 47 % a los 6 meses. Si se atiende a las recomendaciones de lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, a esa edad solo el 28,5 % de los bebés españoles lo hacen.
La lactancia a lo largo de la historia
La utilización de nodrizas o de amas (mujeres que amamantaban hijos que no eran suyos) ha sido una práctica habitual a lo largo de la historia (y, seguramente, de la prehistoria). Cuando aparecieron las primeras versiones de fórmulas infantiles o leches «artificiales» su papel social empezó a perder protagonismo.
Hace 4.000 años las nodrizas eran una necesidad para aquellas madres que no tenían leche o para niños cuyas madres morían durante el parto. Durante los últimos 1.000 años ha sido más una cuestión de elección y de clase social.
La de nodriza llegó a ser una profesión regulada a través de leyes y el establecimiento de contratos.
En la Grecia clásica, las mujeres de clase alta habitualmente solicitaban los servicios de una nodriza. Estas mujeres gozaban de cierto prestigio y responsabilidad a nivel social.
Se han podido documentar contratos en la antigua Roma en los que las nodrizas –en este caso se trataba de esclavas– se encargaban de alimentar a los niños abandonados hasta los 3 años de edad.
A pesar de las recomendaciones contrarias de la iglesia, durante períodos posteriores, las nodrizas continuaron perteneciendo a una profesión bien pagada y organizada hasta el Renacimiento.
La clase social también ha sido un factor importante a la hora de requerir los servicios de las nodrizas. De este modo, las mujeres de mercaderes, abogados y médicos no daban el pecho a sus hijos, ya que era más barato contratar a una nodriza que a una mujer para ayudar al negocio familiar.
Alimentación artificial
Las primeras versiones de alimentación artificial infantil aparecieron en el siglo XIX, lo que determinó que las nodrizas empezaran a desaparecer.
En cuanto a las fórmulas infantiles, desde hace más de 4.000 años está documentada la utilización de leche de diferentes animales para la alimentación infantil. Actualmente, estas leches animales han evolucionado hasta incorporar todos los elemento nutritivos que las asemejan a la leche materna.
Lactancia en el siglo XXI
La lactancia materna es un rasgo definitorio del hombre como animal mamífero. Sin embargo, como en muchos otros aspectos de la actividad humana, la biología es una condición, pero no un determinante.
Desde un punto de vista epidemiológico existe unanimidad en la superioridad de la leche materna como alimento para el recién nacido. Sin embargo, es preciso contextualizar ese hecho. No se puede desligar la lactancia de las condiciones sociales y materiales en las que se lleva a cabo. Tampoco se pueden olvidar las circunstancias, preferencias y la voluntad de la madre como dueña de su propio cuerpo.
En este sentido, determinar lo que es mejor para cada mujer requerirá de un análisis de cada situación. Las alternativas que existen a la lactancia materna deben permitir que cada mujer elija la opción que satisfaga en mayor medida sus necesidades y atienda mejor a sus circunstancias.
Obesidad infantil
Desde la perspectiva de la salud, es llamativo que en el entorno clínico se tenga tan presente la lactancia y no otros aspectos. Son especialmente llamativas las características de la alimentación en nuestro entorno (muy mejorables), especialmente durante la etapa infantil.
En este contexto, hay que aceptar con cautela las conclusiones de ciertos estudios. Por ejemplo, algunos determinan un mayor riesgo de obesidad en etapas posteriores en el caso de niños que no han sido alimentados por medio de lactancia materna.
De igual modo, los recortes en educación y en sanidad serán, probablemente, circunstancias más determinantes para la salud infantil que el tipo de lactancia. Sin embargo, estos acontecimientos se asumen con naturalidad, focalizando la atención en decisiones individuales que añaden presión sobre la madre.
En este sentido, se aplica una idea muy conservadora sobre el concepto de familia. Esta estipula que las mujeres deben estar en casa para encargarse de ella y de los hijos. Este concepto, en cuanto a la lactancia ha sido asimilado por una parte del feminismo progresista. Se contempla así como un avance para la mujer poder ejercer la lactancia materna libremente en cualquier ámbito. Sin embargo, debería contemplarse la posibilidad de poder elegir libremente entre lactancia con leche materna o con otro tipo de leche que asegure una buena salud para el lactante y para la madre.
Desde una perspectiva feminista, debe existir la libertad de elegir el tipo de maternidad y de lactancia más satisfactorio.
Estudios sobre lactancia materna y salud
En la literatura científica se recogen los beneficios derivados de la lactancia materna, tanto para el bebé como para la madre. Quizás el planteamiento debería ser más global y contemplar el estado de la madre en su conjunto. No en vano la propia OMS define la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. En este sentido, la presión que se crea sobre la madre para propiciar la lactancia materna entra en contradicción con la propia definición de salud de la OMS.
Lactancia materna: beneficios para el bebé
En la leche materna se encuentran todos los nutrientes que necesita el bebé para un desarrollo óptimo. Además, la leche materna contiene anticuerpos que pueden ayudar a los lactantes a defenderse frente a enfermedades frecuentes de la infancia como la diarrea y la pneumonía.
Los beneficios de la leche materna que se reconocen para el recién nacido incluyen aspectos nutricionales, la función gastrointestinal y el sistema inmune. Sin embargo, esto no quiere decir que la utilización de fórmulas infantiles determinen automáticamente que esos aspectos se vayan a ver perjudicados.
Los estudios observacionales señalan que, a largo plazo, los bebés que fueron alimentados mediante lactancia materna, llegan a la etapa adulta con una reducción del riesgo de padecer sobrepeso y obesidad y un menor riesgo de padecer diabetes, en comparación con aquellos que no fueron alimentados mediante lactancia materna.
En cualquier caso, sin negar que existan factores relacionados con la lactancia materna que efectivamente ejerzan una cierta protección sobre esas enfermedades, el resto de factores que influyen en su aparición son tan numerosos que no sería pertinente dejar de considerarlos.
Contextualizar los estudios
Para contextualizar ese efecto, en uno de los meta-análisis que incluye la OMS para hacer sus recomendaciones sobre la lactancia materna se establece que el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad es un 13 % mayor para aquellos que no fueron alimentados mediante lactancia materna, frente a aquellos que sí lo hicieron. Comparativamente, otros meta-análisis señalan que, por ejemplo, un tiempo de sueño más corto se relaciona con 45 % de más riesgo de desarrollar obesidad en la etapa infantil. También el consumo de lácteos (los niños que más los consumen frente a los que menos los consumen) determinará un 46 % menos de riesgo de desarrollar obesidad.
Por otro lado, los estudios llevados a cabo sobre lactancia materna en países de nuestro entorno a menudo presentan importantes sesgos. Por ejemplo, el hecho de que una madre pueda dar el pecho a su hijo durante más tiempo se relaciona con otros factores positivos para la salud del bebé. De este modo, suelen ser familias de mayor nivel socioeconómico, con mejores hábitos de vida, etc., que repercutirán positivamente en la futura salud del bebé.
Estos datos no pretenden desvirtuar los posibles beneficios para la salud derivados de la lactancia materna. Sin embargo, es preciso contextualizar y significar la complejidad de los factores que pueden influir en los aspectos relacionados con la salud y con la aparición de enfermedades de etiología multifactorial.
Lactancia materna: beneficios para la madre
Los estudios también señalan beneficios para las madres derivados de la lactancia, como la reducción del riesgo de cáncer de mama y de ovario y la recuperación más rápida del peso de la madre anterior al embarazo.
Por otro lado, las situaciones en las que la madre se siente angustiada y presionada para dar el pecho también deberían constituir un elemento a considerar en el contexto de la salud global de la madre.
Leche artificial
La cuestión clave no es tanto si la lactancia o la leche materna es objetivamente mejor que la lactancia mediante fórmulas infantiles. Más que eso, cuán aceptable es la fórmula infantil en la alimentación del niño.
Las formulas infantiles o leche artificial pretenden ser un sustituto efectivo de la leche materna. El objetivo es presentar un perfil nutricional lo más cercano posible a la leche materna. Esto determinará un crecimiento y desarrollo adecuado del bebé.
Como base para la fórmula se suelen utilizar la leche de vaca o leche de soja. Posteriormente, se añaden determinados ingredientes que acercan su composición a la de la leche materna. También se añaden ciertos componentes que pueden suponer un beneficio añadido, como es el caso de su suplementación con hierro, nucleótidos y probióticos. Los ácidos grasos que son añadidos incluyen el ácido araquidónico (omega 6) y el docosahexaenoico (omega 3).
La mayor diferencia con la leche materna es que las preparaciones para lactantes no contienen los anticuerpos de la leche materna.
Lactancia materna preguntas y respuestas
¿Se requiere algún tipo de suplemento en el caso de lactancia materna exclusiva?
Siempre se debe consultar con el pediatra, pero en algunos casos se requieren suplementos de vitamina D, cuyos niveles, en ocasiones, no son suficientes en la leche materna.
El resto de limitaciones de la leche materna se suplirá mediante la introducción de alimentos que se iniciará del 4º al 6º mes de vida.
¿Qué alimentación es la más adecuada para un recién nacido?
La alimentación del recién nacido es un acto en el que intervienen el bebé y sus padres, con el asesoramiento del médico. Cualquier decisión que se tome al respecto debe estar meditada y basarse en razones bien ponderadas y que, en ningún caso pongan en riesgo la salud del niño ni de la madre.
Objetivamente, la leche materna es el mejor alimento que un recién nacido puede recibir. Pero si como madre no puedes o no quieres dar el pecho a tu hijo, existen formulas infantiles para que el crecimiento y desarrollo del niño sea el correcto.
Si quieres amamantar a tu hijo, hazlo. Si no, no te atormentes.