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Que el metro aumenta el riesgo de contagio parace algo bastante factible. En este sentido, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de las universidades de Londres y Bristol concluye que existe una correlación entre el uso de transporte público y la transmisión de enfermedades infecciosas. En concreto, se observó una relación entre la utilización del metro de Londres y la transmisión de infecciones del espectro gripal.
La correlación entre el uso del transporte público y el contagio de enfermedades infecciosas es algo que se ha asumido desde siempre. Sin embargo, nunca antes había sido demostrado.
La transmisión de enfermedades infecciosas depende de la cantidad y naturaleza de los contactos entre individuos infectados e individuos sanos. Los ambientes confinados y tumultuosos –como puedan ser los de los transportes públicos en horas punta– actuarían como puntos calientes para que la enfermedad se difunda.
En este sentido, el estudio explora la relación entre el uso de transporte público y el contagio de infecciones de las vías aéreas en el entorno urbano londinense.
Los catarros también viajan en metro
Los catarros o resfriados son enfermedades infecciosas causadas por virus similares al de la gripe. Se trata de enfermedades respiratorias inespecíficas, caracterizadas por síntomas como fiebre, fatiga, irritación de garganta y tos, entre otros.
La mayoría de infecciones respiratorias son causadas por rhinovirus, virus respiratorio sincitial (causante de la bronquiolitis del bebé), adenovirus y virus parainfluenza. Muy por detrás se sitúan las infecciones causadas por el virus de la gripe.
Algunas de estas infecciones pueden causar complicaciones graves y requerir hospitalización. Como media, un individuo adulto puede experimentar de una a tres infecciones de este tipo al año. En el caso de los niños, estas pueden llegar a 3-6 al año.
Estudiar los contagios en el metro
En el estudio, recientemente publicado en la revista Environmental Health, se analizó una gran cantidad de viajes realizados en el metro de Londres.
Las estaciones de metro constituyen un caso paradigmático de ambiente concurrido y confinado para poder estudiar las dinámicas de grandes concentraciones humanas y los mecanismos de contagio de enfermedades infecciosas.
Para estimar el contagio se utilizó un modelo analítico que combinaba el movimiento e interconexión de los viajeros a través de las estancias de las estaciones. De este modo, se aplicó una descripción matemática al caso particular de la red de metro de Londres, gracias a los datos del departamento de transporte de la capital inglesa.
A partir del registro obtenido a través del ticket electrónico, se recrearon las rutas de los viajeros por la red del metro de Londres.
El método utilizado permitió estimar el tiempo que un viajero tardaba en recorrer una estación determinada en función de lo concurrida que estaba, en un período de tiempo concreto. A partir de aquí, se estimó la tasa de transmisión de la infección. Finalmente, se calculó el número de nuevas infecciones que se produjeron por los contactos que tuvieron lugar dentro de cada estación durante todo el día.
Condiciones de contagio
Para estimar la probabilidad de contagio, se consideró la densidad de personas en un lugar en un momento dado. Esta debió ser suficientemente alta como para que la «región infectiva» que rodea a cada individuo se viese invadida.
En este sentido, hay que tener en cuenta que con la respiración normal se desprenden pequeñas gotas de líquido hasta un metro de distancia. Esta distancia puede llegar a los 2 metros cuando se tose y 6 cuando se estornuda. Las personas susceptibles pueden resultar infectadas cuando inhalan esas gotas.
Resultados del estudio
Comparando los resultados con los datos de enfermedades respiratorias registrados en el Servicio Público de Salud de Inglaterra se observó una correlación entre el uso del transporte público y el contagio de catarros. Específicamente, se observó que los pasajeros que partían de barrios con mayores tasas de catarro experimentaban mayor número de contactos durante su viaje en metro.
De este modo, la media de incidencia de infecciones respiratorias en la zona de Londres se situó en 9,73 por 100.000 habitantes. Las zonas o barrios sin estación de metro mostraron tasas de incidencia por debajo de la media (7,6). Por el contrario, en los barrios que sí tenían estación de metro, la tasa era más alta (10,24).
También se constató que los barrios más periféricos eran los que presentaban una tasa de casos más alta. De este modo, la gente que viajaba desde esas zonas se veían forzadas a gastar más tiempo en el metro y a hacer transbordos, por lo tanto, estaban en contacto con un mayor número de individuos.
Conclusión del estudio
Los resultados del estudio muestran la existencia de una correlación entre el uso de transporte público y la transmisión de enfermedades infecciosas. En concreto, se observó una correlación entre la utilización del metro de Londres y la transmisión de infecciones virales similares a la gripe.
Se trata de una correlación, por lo que no pueden establecerse relaciones causales.
Por otro lado, estos resultados no deberían servir para desalentar el uso del transporte público. En todo caso, sí deberían ser usados para estimular el desarrollo de intervenciones no farmacológicas preventivas en el contagio de infecciones.