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Los análisis de sangre son herramientas muy útiles para la evaluación de la función hepática y poder analizar el hígado y las enfermedades que lo afectan.
Junto con el análisis de sangre, pruebas como la ecografía, el TAC, la resonancia magnética y la biopsia hepática, completan el estudio del hígado.
Qué son las transaminasas
Cuando se sospecha que puede haber enfermedad hepática se analizan, a partir de un análisis de sangre, los niveles de una serie de sustancias que el hígado libera en exceso en caso de enfermedad: las transaminasas.
Para obtener un diagnóstico preciso de un problema de hígado se solicitan, en primer lugar, los niveles de tres enzimas hepáticas:
- Aspartato amino-transferasa (AST). También se conoce como transaminasa glutámico-oxalacética (GOT).
- Alanina amino-transferasa (ALT). También conocida
como transaminasa glutámico-pirúvica (GPT).
- Gammaglutamil transferasa o gammaglutamil transpeptidasa
(GGT o γGT).
Por otro lado, también se estudian otra serie de parámetros relacionados con el funcionamiento del hígado. Entre ellos destacan la bilirrubina y la fosfatasa alcalina, entre otros.
Transaminasas altas
Los niveles normales, tanto de AST/GOT como de ALT/GPT se sitúan por debajo de 40 UI/L. Estas enzimas pueden alcanzar concentraciones más elevadas en diversas enfermedades hepáticas, como hepatitis autoinmunes. También en enfermedades en las que se acumulan metales, como la hemocromatosis (el hierro se acumula de modo anormal en el hígado), o la enfermedad de Wilson (en la que se acumula en el hígado otro metal, el cobre). Finalmente, también pueden aumentar los niveles otras situaciones como la ingesta de alcohol.
Los valores muy elevados de transaminasas son característicos de una lesión hepática aguda. Esta puede estar provocada por virus (hepatitis virales), medicamentos, venenos químicos o isquemia (falta de aporte sanguíneo).
Sin embargo, en una cirrosis hepática avanzada, con un daño extenso e irreversible del hígado, los valores pueden ser normales.
GGT
Los valores normales de la GGT se sitúan por debajo de 45 UI/L. En los hombres se puede llegar a 65 UI/L, siendo, en general, valores proporcionales a la masa corporal.
Los valores de GGT suelen estar elevados en casos de alcoholismo, por lo que se ha propuesto como indicador bioquímico para detectar el abuso de alcohol. También están aumentados los niveles de GGT en casos de cirrosis, pancreatitis, obstrucción de las vías biliares y en determinados tumores.
Bilirrubina
La bilirrubina es una sustancia pigmentada resultante de la degradación de la hemoglobina presente en los glóbulos rojos. Se elimina a través del hígado, que la excreta junto con la bilis. La bilis se almacena en la vesícula biliar, desde donde se vierte hacia el intestino.
Los niveles plasmáticos de bilirrubina total deben ser inferiores a 1,3 mg/dL. Existen dos fracciones, la directa o conjugada (unida a otra molécula que facilita su excreción a través de la bilis), que normalmente es inferior a 0,4 mg/dL, y la indirecta o no conjugada.
Cuando la bilirrubina no se elimina de forma adecuada a través del hígado y las vías biliares, sus niveles aumentan en sangre. Ello ocurre en diversas enfermedades del hígado, como las hepatitis, obstrucción de las vías biliares (por cálculos biliares, pancreatitis, tumores de vías biliares o cáncer de páncreas, etc.).
Por otro lado, también pueden aumentarse los niveles de bilirrubina por un exceso de su producción, como ocurre en los casos de anemia hemolítica, en los que se produce una destrucción excesiva de los glóbulos rojos.
Fosfatasa alcalina
Los niveles normales de fosfatasa alcalina oscilan entre 20 y 125 UI/L. Esta enzima, además de en el hígado, se produce también en los huesos o la placenta. Puede aumentar en caso de enfermedad hepática o de obstrucción de las vías biliares, pero también en caso de enfermedades óseas o de ciertos tumores, por lo que debe ser valorado siempre en el contexto de cada paciente.