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Las bebidas energéticas son una opción más dentro del amplio catálogo de bebidas no alcohólicas disponibles en el mercado. Se presentan con un halo positivo de efectos estimulantes, “energizantes” y contribuyen −supuestamente− a un estado de mayor actividad y nos preparan para enfrentar con éxito los retos cotidianos, tanto físicos como mentales. Pero parece que hay más lastre que alas.
Qué son las bebidas energéticas y qué contienen
Las bebidas energéticas (BE) fueron creadas en Austria en 1987, por la conocida marca Red Bull. Desde entonces, su variedad y consumo han aumentado exponencialmente.
Se trata de bebidas no alcohólicas comercializadas para mejorar la energía, la resistencia, el rendimiento físico y la concentración. Están aromatizadas, no contienen gas y se envasan en latas.
Además de agua, contienen grandes cantidades de cafeína, junto con una gama variable de ingredientes que incluyen extractos vegetales de guaraná, ginseng, ginkgo biloba y yerba mate. También incluyen taurina, L-carnitina, D-glucuronolactona, inositol, minerales y ciertas vitaminas del grupo B.
Este tipo de bebidas también contiene grandes cantidades de azúcar, que puede aparecer en forma de jarabe de maíz (con alto contenido en fructosa), sacarosa y edulcorantes artificiales. La cantidad de azúcar contenida en una lata de 500 ml suele superar los 50 g.
Consumo de bebidas energéticas
En 2014, la Organización Mundial de la Salud advirtió sobre el riesgo de un consumo creciente de las BE, haciendo referencia a un estudio realizado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). En el estudio se señalaba que el 68 % de los niños y adolescentes entre 10 y 18 años consumían bebidas energéticas. También las tomaban el 30 % de los adultos y el 18 % de los niños menores de 10 años.
De este modo, este elevado consumo en niños y adolescentes ha propiciado la preocupación de diversos estamentos sanitario, reclamando una regulación más severa para su comercialización.
Cafeína en las bebidas energéticas
El consumo de cafeína estimula la liberación de catecolaminas, entre las que la adrenalina es una de las más importantes. Esto provoca el aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial, los niveles de glucosa en sangre y la broncodilatación.
La capacidad de la cafeína para estimular la función cognitiva está ampliamente aceptada. De este modo, una moderada dosis de cafeína podría mejorar la atención, acelerar el tiempo de reacción, mejorar la memoria, facilitar el estado de alerta y mejorar el razonamiento verbal.
Sin embargo, existe un límite de cafeína a partir del cual se pueden producir efectos tóxicos. La EFSA considera la ingesta segura de cafeína hasta 400 mg al día para adultos sanos y 200 mg en mujeres embarazadas y en período de lactancia. Para niños y adolescentes la EFSA no establece recomendaciones. Por el contrario, la Academia Americana de Pediatría señala el límite en 100 mg al día. Para niños menores de 12 años se establece un límite de 2,5 mg/kg de peso corporal que si se rebasan pueden dar lugar a síntomas graves cardiovasculares.
Estas cantidades son fáciles de superar con el consumo de bebidas energéticas, ya que muchas de ellas contienen entre 200 y 400 mg de cafeína en cada lata. Algunas, incluso, aportan más de 500 mg de cafeína por unidad. De este modo, la toxicidad potencial de las bebidas energéticas es mayor que otras fuentes de cafeína como el café o el té, aumentado, además, por un etiquetado inadecuado y un consumo impulsado por una publicidad agresiva que promueve «cuanto más, mejor», incluso entre niños y adolescentes.
Taurina en las bebidas energéticas
La taurina es un aminoácido azufrado con propiedades antioxidantes que se relaciona con mejoras del rendimiento físico y mental. Aparece a niveles elevados en el cerebro en desarrollo, así como en diversas partes del cerebro del adulto. La taurina parece estimular la proliferación neuronal y la formación de sinapsis en regiones cerebrales relacionadas con la memoria a largo plazo.
Finalmente, los niveles de taurina en el cerebro parecen disminuir con la edad, lo que ha propiciado que se investiguen los posibles efectos neuroprotectores de los suplementos de taurina.
En cuanto a su suplementación para mejorar el rendimiento físico, en un reciente meta-análisis se observó una mejora de la resistencia física a partir de suplementos de taurina en cantidades variables entre 1 y 6 g, en cualquier caso inferiores a las presentes en una lata de Red Bull.
Otros componentes de las BE
Las investigaciones sobre otras sustancias presentes en las BE son relativamente limitadas.
Guaraná
El guaraná es un extracto vegetal originario de América del Sur que contiene una cantidad significativa de cafeína. Un gramo de guaraná contiene unos 40 mg de cafeína.
Ginseng
El ginseng es un suplemento herbal que se ha utilizado durante miles de años en el este de Asia. Se trata de una sustancia antioxidantes con efectos antiinflamatorios y de vasorrelajación.
Yerba mate
Como el guaraná, la yerba mate tiene una alta concentración de cafeína (78 mg por taza). También presenta efectos antioxidantes.
Vitaminas del grupo B
Las vitaminas del grupo B que suelen aparecer como ingrediente de las bebidas energéticas son las que juegan un papel importante en el funcionamiento celular. Entre ellas destacan la vitamina B2 (riboflavina), la B3 (niacina), la B6 (piridoxina) y la B12.
La literatura sobre el efecto de otros aditivos como la L-carnitina, la D-glucuronolactona y el inositol es muy limitada, con pocos estudios que sugieren beneficios moderados.
Riesgos para la salud de las bebidas energéticas
El incremento en el consumo de BE es particularmente problemático por sus consecuencias negativas para la salud. Entre ellas se cuentan las conductas de riesgo, el riesgo cardiovascular y los problemas metabólicos, renales y dentales.
Bebidas energéticas y salud cardiovascular
Los efectos adversos más comunes derivados del consumo de bebidas energéticas son de ámbito cardiovascular, como el aumento de la presión arterial y las arritmias. Se han documentado algunos casos de muerte súbita.
Bebidas energéticas, efectos neurológicos y salud mental
Se han documentado casos de posibles efectos neurológicos derivados del consumo de bebidas energéticas, como convulsiones epilépticas, vasoconstricción cerebral y hemorragias intracerebrales, entre otros. En este caso, el consumo de BE, con altas dosis de cafeína, puede actuar como factor desencadenante en individuos con enfermedades previas.
También se han identificado recaídas psicóticas de pacientes con esquizofrenia y su posible influencia en el inicio de trastornos psicóticos. Asimismo, algunas investigaciones relacionan el consumo de BE con trastornos de ansiedad, descompensación afectiva en pacientes con trastorno bipolar.
Otros efectos sobre la salud
Se han podido documentar molestias gastrointestinales derivadas del consumo de bebidas energéticas. También se ha observado una posible elevación de los niveles de transaminasas hepáticas y afectación renal, con aparición de insuficiencia renal aguda, rabdomiólisis y acidosis metabólica.
El consumo de bebidas energéticas también está asociado con otros problemas de salud como insomnio, fatiga y dolor de cabeza.
Asociación de BE con otras sustancias
En el estudio EDADES de 2017, sobre consumo de alcohol y drogas elaborado por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, se recoge que el 30 % de los jóvenes españoles de 15 a 24 años habían consumido BE durante el último mes y que el 27 % de estos lo habían hecho mezcladas con alcohol.
También se advirtió sobre un mayor consumo de BE entre aquellos jóvenes que consumían sustancias ilegales como el cannabis y la cocaína (el 25 y el 30 %, respectivamente).
Algunos estudios señalan que en el 42 % de las visitas a urgencias relacionados con las BE apareció ligado al consumo de otras sustancias.